–Sí, papá, pero, ¿y esa? ¿No
parece una mujer tirándose al tren?
–Yo veo una tarta de nata.
–¿Y esa? ¿No parece una chica
colgada del cuello?
–Una bola de algodón de azúcar,
con palo y todo, es lo que veo.
–¿Y en esa de ahí? ¿No ves una
niña ardiendo en un incendio?
–No. Solo un enorme oso de peluche.
Con el atardecer la brisa marina se
enfría. El hombre se incorpora, recoge la toalla, la sombrilla, y regresa al
cementerio tirando de la mano helada de su hija, lamentando que la niña heredara
la obsesiva perturbación de su difunta madre.
Puntual como siempre, os dejo mi despojo REC de esta semana, espero que os guste. Hasta la próxima.